lunes, 4 de marzo de 2013

Un punto crítico en la investigación del fenómeno OVNI.

Un artículo publicado por el diario The Telegraph genera controversia en la ufología, sobre si la investigación del fenómeno OVNI se encuentra declinando, y amenaza con desaparecer, ante la falta de evidencia concreta dentro de un paradigma de la realidad.

Un reciente artículo publicado en The Telegraph ha sacudido a la ufología. Según sostiene este diario británico, citando a diferentes investigadores, los reportes de avistamientos de OVNIs están declinando y existe entre la comunidad una especie de desencanto ante la falta de evidencia contundente. El argumento en su aspecto más simple se mueve en la dirección de que, después de tantos años, debería de existir evidencia física incontrovertible dentro de este ámbito de realidad de la existencia de OVNIs o de extraterrestres.

Investigadores de este fenómeno que cuentan con un cierto respaldo académico, como Nick Pope o Jacques Valles, sin embargo, consideran que la ufología está lejos de desaparecer, si acaso está entrando en una nueva etapa más seria, como escribe también David Metcalfe en el sitio Disinfo: “tal vez sea bueno que los entusiastas de los extraterrestres se aburran, para que mentes más sobrias tomen las riendas investigando lo desconocido”.

La complejidad y del fenómeno OVNI y la multiplicidad de actores que participan en cómo éste es percibido, hacen que encontrar una interpretación o una realidad definitiva sea casi imposible. Ocurre como a aquellas personas que describen un elefante en una habitación oscura, sólo pudiendo obtener información de lo que pueden tocar, cada una ve la totalidad desde una perspectiva limitada y generalmente fragmentaria.

El misterio de los OVNIs se incrementa y ensombrece por la participación de intereses creados y agendas ocultas: la manipulación de la información por parte de algunos gobiernos –ya sea para ocultar su propia tecnología militar o para crear un desconcierto capitalizable en la población– y el jugoso negocio que representa para la industria del entretenimiento y para gurús del new age, que explotan el fanatismo de las masas, o que ellos mismos son víctimas de un desaforado fanatismo. Esto genera que la imaginaria popular se vea contaminada por una mezcla de desinformación, relatos alucinatorios, programación mental y probablemente algunos casos genuinos de encuentros con fenómenos inexplicables que al ser interpretados, o “bajados a esta realidad”, generan una indisoluble confusión.

Según el Telegraph, el fracaso en encontrar evidencia y la supuesta disminución en el reporte de avistamientos, sugiere que “los extraterrestres no existen después de todo y podría significar el fin de la ufología en la siguiente década”. En esto coincide David Wood, el director de la Asociación para el Estudio Científico de Fenómenos Anómalos (Assap, por sus siglas en inglés), quien dice: “Creo que cualquier investigador del fenómeno OVNI te dira que el 98% de los casos que ocurren son fácilmente explicables. Una de las conclusiones que se pueden deducir de esto es que tal vez no exista nada ahí. Los días de los convincentes testigos oculares parecen haberse acabado”.

En los últimos dos años, después del pico que significó el 2010, los diarios quizás han bajado la intensidad en su cobertura de avistamientos de OVNIs y confesiones de oficiales militares (como ocurrió con unaconferencia transmitida en vivo por CNN, que amenzaba con revelar el encubrimiento innegable de este fenómeno), debido posiblemente a un cierto hartazgo. No así las películas y programas de TV que abordan este fenómeno –películas con una temática OVNI o extraterrestre, se ha demostrado, aumentan el número de avistamientos, en un claro calentamiento psíquico.

Los datos manejados por el Telegraph contrastan con los publicados en el Huffington Post, donde el investigador Lee Spiegel refiere que en Estados Unidos en los últimos tres años se han incrementado los avistamientos de aeronaves no identificadas en un 67%

Pero esta desestimación del fenómeno OVNI por parte de algunos investigadores británicos –o quizás solamente encabezada por los medios, bajo cierta agenda– deja de lado una serie de factores. Por un lado, como señala Nick Pope, ex encargado del área dedicada al estudio de los OVNIs en el Ministerio de Defensa, el hecho de que sea tan fácil actualmente producir falsificaciones e inundar la Red con esta información hace que, en la saturación, sea fácil pensar que todo el fenómeno es apócrifo e insustancial. Pero después de todo, aunque el 99% de los casos sean falsos, con que exista uno que sea verdad, esto es suficiente para continuar la investigación y poner en entredicho la realidad oficial.

Por otro lado, hay que considerar que tal vez un fenómeno así no genere evidencia física, lo cual no signifique que no esté sucediendo o que no tenga importancia en cuanto a lo que le sucede a la humanidad. Algunas de las mentes más brillantes que han analizado este tema han sugerido que se podría tratar de un fenómeno psíquico –una especie de penetración simbólica o metafísica de otro plano de realidad. Según Carl Jung el fenómeno OVNI indica “cambios en la constelación de los dominios psíquicos, de los arquetipos o ‘dioses’, como se les solía llamar, que traen o acompañan una larga transformación en la psique colectiva”. Algo similar pensaba Juan García Atienza, quien en su libro La Gran Manipulación Cósmica, sugiere que los OVNIs son manifestaciones de una realidad superior que por momentos se empalma con esta –o usando términos de W.B. Yeats: que estremece el velo entre mundos. Jacques Valles, ha trabajado en sus libros la hipótesis de que se trata de un sistema de control interdimensional. Coincidentemente físicos como Paul Davies, han sugerido que una inteligencia avanzada habría dejado el plano de la biología por lo que podría manifestarse de formas completamente desconocidas para nosotros. No es para nada descabellado pensar que inteligencias superiores, extraterrestres o incluso que hayan evolucionado en este planeta anteriormente, sean invibles para nosotros: solo cognosibles de la manera que ellas mismas escogen (acaso como quien pone la punta de un dedo para entrar en contacto con el mundo de una hormiga).

Lo cierto es que, por diversas razones, las personas en este planeta siguen teniendo contacto con objetos o seres que parecen provenir de otro mundo o de otra realidad. Esto puede ser una señal de que existen otros mundos, otras inteligencias y otras dimensiones de existencia, o quizás solamente un síntoma de insatisfacción y malestar psicocultural de nuestra especie. De cualquier forma, el fenómeno merece investigarse y difícilmente ha sido agotado.


Archer 012.


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